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10 abr 2017

Hecho realidad

Hacia mucho tiempo que Jose y Cher se habían conocido y tenían ganas de encontrarse en real ,pero nunca llegaba el momento había mucha distancia.
  Pero el destino quería que sus caminos se cruzasen  sus caminos y se conociesen , entre ellos había mucha atracción y habían hablado de verse muchas veces .Cher tenia que viajar hacia el norte y era la
mejor ocasión para aprovechar y hacer realidad lo que habían hablado.A si que un día le comento a Jose que estaría por su tierra unos días que podrían aprovechar y conocerse y saber si en realidad la atracción que sentían era real o solo era curiosidad .

 Se acercaba el momento que tanto estaban esperando después de unos meses esperando la fecha estaba llegando Cher se encontraba entre deseosa y nerviosa por saber si el deseo que sentían era real
o solo era por la situación de la distancia y el no tener cerca ala otra persona.

Cher aviso  a Jose que llegaría el viernes por al tarde a Hotel Albor y que si quería podría ir a verla y conocerse le dio todos los datos y lo dejo a su elección .Cuando llego al hotel aprovecho se puso cómoda después de un largo viaje necesitaba relajarse la situación le resultaba extraña había llegado el día en que sabrían si esa atracción era real .Se dio un baño relajante mientras pensaba como seria
si el no saldría corriendo al verla por no ser lo que el esperaba ,sentía miedo por si la reacción  no era la que ella deseaba ,cada vez aumentaban los nervios llegaba el momento de salir de dudas.

Eran las 9 de la noche  ella se alegro quería verse bien se puso un conjunto negro de lencería muy sexy  sus inseparables medias , unos tacones se perfumo y se encamino al hol del hotel donde habían quedado los nervios iban en aumento cosa que a ella le hacia sonreír mas  al salir del ascensor vio a Jose sentado esperándola ella se acerco y lo saludo le dio dos besos tímidos se sonrieron se encaminaron hacia el restaurante buscaron una mesa en un ricon tranquilo donde poder tener algo de intimidad el se acerco y le dio un beso tímido y ella le respondió ,sus manos acariciaron su pierna cosa que le hizo sentir un escalofrió ,ella deseaba que la noche no acabase y poder descubrir   todo ese placer que el le hacia sentir en la distancia ,pero esta vez seria real. Tuvieron una cena  muy agradable llena  de miradas sonrisas y roces tímidos.
 Terminaron de cenar y se encaminaron hacia el ascensor  entraron y nada mas cerrarse la puerta se besaron apasionadamente llegaron a la habitación y al cerrar la puerta ya no hubo marcha atrás .

 Ella estaba muy excitada le gustaba la forma que tenia Jose de jugar con su cuerpo de hacerla ponerse mas y mas excitada ,el estaba excitado ella acariciaba su cuerpo y noto como su pene iba creciendo mientras lo acariciaba tímidamente ,el se arrodillo quería saborear su clítoris ella puso una pierna encima de su hombro para que el pudiese jugar con su clítoris con su lengua deseosa de placer ella se retorcía de gusto cada vez gemía mas fuerte ya no podía parar su placer era inmenso ,el jugaba con su lengua y sus dedos cada vez mas rápido estaba super excitada le encantaba como  se lo comía el lo sabia y cada vez lo hacia mas rápido sabia que ella quería correrse y el saborear su placer ,ella no podía mas y el se lo pedía y tubo un orgasmo brutal  manando su esencia mientras el no paraba de comerle se relamía ,
 El se levanto la cogió de la mano y la llevo hasta la cama  quería hacer un 69 algo que llevaba hablando muchas veces el se tumbo y ella se puso encima  y empezó a rozar su capullo con la punta la lengua  estaba va húmedo su capullo y siguió recorriendo la de arriba abajo la metía y sacaba de su boca cada vez mas rápido ,sentía como Jose le estaba comiendo pasando su lengua de arriba abajo su clítoris su ano ella se excitaba mas y mas mientras notaba como endurecía su pene en su boca estaban los dos muy excitados no podían parar gemía de placer ,ella se puso a cuatro patas y le pie dió que se la metiera toda quería sentirla dentro el se  puso detrás cogioo su pene y empezó a rozar su clítoris el quería que  le desease mas ,el quería que se lo pidiese y ella no podía mas y se lo pidió en la penetro suavemente moviéndose  con un va y ven suave mientras la cogía de sus caderas  empezó a aumentar el ritmo los gemidos aumentaban estaban muy calientes su pene salia muy mojado  ,mientras con un dedo el excitaba su ano sabia que era virgen así que mientras no paraba de penetrarla seguía intentando dilatar su ano la quería penetrar ,ella estaba tan caliente que le pidió que le penetrase su ano que quería sentir saber el placer que da ,el paso su pene hacia arriba y abajo despacio quería ser delicado la fue metiendo poco a poco disfrutando mas y mas lo estaban disfrutando los dos los movimientos iban aumentando cada vez mas rápido  mas y mas estaban los dos ya a tope deseando llegar al clímax ,llegaba el momento los dos estaban apunto y tuvieron un inmenso orgasmo el se corrió dentro de su culo llenándola con su leche calienta .
Cayeron exhaustos sus cuerpos aun temblaban por el placer que habían sentido se quedaron el la cama mirándose acariciando sus cuerpos lentamente recobrando el aliento . Se dieron besos y caricias querían mas pero debían relajarse un poco.
  Se deseaban tanto que querían seguir se fueron a dar una ducha sus cuerpos ardían se metieron en la ducha enjabonaron sus cuerpos , se acariciaban y besaban  volviendo a desear hacerlo sus besos eran mas apasionados ,ella se a rodillo y empezó  a comer su pene saborean dolo mientras acariciaba sus huevos sentía como se ponía mas y mas dura mientras el disfrutaba gemía suavemente y eso a ella le gustaba , seguía mas y mas el lo disfrutaba , el cogió su cabeza y la empezó a mover quería mas y mas rápido las venas de su pene estaban hinchadas parecía que estaba apunto de correrse no podía mas y se corrió  en su boca ella la saboreo y se la trago . Se fueron   cama después de secar sus cuerpos se tumbaron y quedaron durmiendo juntos.
 Al despertar se besaron se dieron los buenos días y empezó otro día de deseo y pasión mucho mas sexo y placer .





22 nov 2011

LA VENGANZA DE MARTA

La noche anterior Marta tuvo una fuerte discusión con su marido, ella pensaba que el tenía una amante y esa noche quedó prácticamente convencida. Se propuso darle una lección y que probase su propia medicina. Pensó que el primer hombre que se cruzase en su camino y que le gustase iba a ser el instrumento para esa venganza.
Estaba desayunando cuando sonó el telefonillo. Era Joan, un amigo de la familia que se dedicaba a vender seguros y ella no recordaba que habían quedado aquella misma mañana. Marta todavía iba en pijama con una bata bastante horrible y sin arreglar. Le abrió la puerta y le hizo pasar. Joan era un hombre de unos 48 años bien parecido, a Marta se le iluminaron los ojos al verle, lo tenía decidido Joan era el candidato perfecto y además amigo de su marido. Le dijo que se sentase que se iba a cambiar porque no se había acordado de aquella cita. A los 10 minutos salió. Llevaba una minifalda vaquera unas medias de rejilla y una camisa muy ajustada, al verla a Joan se le cayeron los papeles de las manos, ella le ayudó a recogerlos y al agacharse abrió sus piernas sin pudor y el intentando no mirar vio como asomaba su tanga , se volvió a sentar a la mesa, estaba colorado y nervioso, Marta le ofreció un café que el aceptó, al momento le llamó desde la cocina para que le ayudase a bajar el café, cuando llegó la encontró encaramada a un armario alto, de puntillas, la falda se le había subido enseñando el final de las medias y el principio de sus nalgas. Cuando Joan la vio en aquella posición se decidió a atacar, la cogió por los pechos y ella apretó su culo contra su pene erecto, el bajó la mano hasta sus muslos y apartando un poco el tanga le separó los labios de su coñito húmedo en busca de su  clítoris, cuando lo rozó Marta dio un gran suspiro y apretó aun más su culo contra el, Joan arrancó de un tirón los botones de la camisa de Marta, sacó sus pechos por fuera del sujetador, bajó sus pantalones y metió su polla dentro de ella, Marta culeaba cada vez más rápido y gemía cada vez más fuerte Joan sacó su polla con gran disgusto para ella, la cogió y la subió al banco de la cocina, abrió sus piernas  y empezó a lamer su sexo pasando la lengua por su clítoris, Marta echó su cuerpo hacia atrás y abriéndose más agarró la cabeza de Joan y la apretó contra si misma hasta alcanzar el orgasmo. Marta cogió a Joan por el cuello y le dio un largo beso en la boca, le tomó de la mano y fueron a su habitación, tiró a Joan sobre la cama le quitó los pantalones y la camisa, ella se despojó de toda la ropa a excepción de las medias y se avalanzó sobre su pene lo metió entero en su boca y comenzó a chuparlo con avidez, se consideraba una experta y lo estaba demostrando, chupaba, lamía, mordía, era realmente su especialidad. Joan levantó la rodilla y ella se frotó sobre su pierna, el notaba su sexo húmedo. Marta se levantó y le cogió por las manos, lo sentó en un sillón que había frente a la cama, se quitó las medias poco a poco y con ellas le ató las manos a los apoyabrazos. Se tumbó en la cama y cogió un vibrador que guardaba en un cajón. Empezó a jugar con el, a chuparlo a pasarlo por su clítoris a introducírselo, gimiendo y suspirando mientras Joan estaba a los pies de la cama colorado sudando, con el pene apunto de reventar. Marta se acercó a el y agachándose cogió su pene erecto y lo chupó con avidez el estaba agarrándose a los brazos del sillón, su corazón latía desbocado, Marta se puso de pie y dándole la espalda agarró su pene y se sentó encima, empezó a hacer pequeños círculos mientras desataba las manos de Joan, este una vez suelto de sus ataduras agarró a Marta por los pechos y la tiró boca abajo sobre la cama, Marta se puso a cuatro patas presentando su sexo húmedo y su culo dilatado ante Joan, este le palmeó un par de veces el culo poniéndolo colorado y a continuación la penetró de forma salvaje. Los pechos de Marta se movían al compás de las acometidas de Joan hasta que el soltó su esperma caliente en el interior de ella y esta al notarlo estalló en un orgasmo brutal.



Mikimoto69



16 nov 2011

Paris



La sombra de su contorno se desdibujaba contra la cortina ondulante. Fijé la vista
sobre  el  cuerpo  tibio  y  todavía  con  respiración  agitada.  Una  cadera  levemente
girada sobresalía  de su costado y mostraba un ombligo  perfecto  y un monte de
Venus que remontaba levemente antes de la depresión velluda y oscura que ceñía
sus firmes muslos.

Sus ojos estaban cerrados, más bien, dejados caer con suavidad y su rostro, de
mejillas arreboladas, mostraba una ligerísima mueca de satisfacción y confort. Los
pechos subían y bajaban acompasadamente, apenas rozando las sábanas.

Me levanté despacio, dejándola allí como una estatua renacentista, admirado por
su belleza y cabeceando. Me asomé al salón y pude entrever que fuera el día era
gris y amenazaba lluvia. No esperaba otra cosa del París otoñal.

Mientras me enjabonaba y su olor floral era sustituido por el impersonal aroma “a
limpio” del gel de baño, veían a mi mente los momentos tan intensos que acababa
de  compartir  con  Inés.  Me  sorprendió  que  accediera  finalmente  a  una  de  mis
múltiples invitaciones, siempre de la manera más cordial, con la vana esperanza de
compartir con ella algo más que unas migajas de conversación en el café junto a
su trabajo, en el Boulevard Saint Germain, casi en la esquina de la Rue Mabillon.

Inés  se  relacionaba  poco  con  los  numerosos  españoles  residentes  en  París.  Le
encantaba pasear por el Quai Malaquais, mirar y recrearse en los puestos de los
bouquinistes,  que  ofrecen  libros,  revistas  y  postales  de  época  y  los  inevitables
reclamos turísticos. Caminaba hasta el Pont Saint Michelle y bajaba entonces hasta
la misma orilla del río, ahora tapizado de hojas amarillas.

Salí del baño, convertido ahora en un baño turco saturado de vapor y me vestí con
ropa limpia. Inés abrió sus ojos almendrados y enarcando sus cejas, me dirigió un
par de besos lanzados al aire, junto a un apelativo más propio de ser dirigido a un
niño pequeño o a alguno de los peluches que invadían su cama que al hombre que
la  había  hecho  gemir  hasta  enrojecer  su  rostro  y  pellizcarme  dejando  mi  pecho
amoratado y dolorido.

La saludé con un “Bonjour, Madame”, acaricié su pelo negro, “como ala de cuervo”
le dije poéticamente y le indiqué con un gesto que bajaba a por un desayuno a
base de croissants de mantequilla, pain au chocolat y otras delicias hipercalóricas.

Un  viento  frío  que  atravesaba  todo  el  Jardin  des  Plantes  adyacente  a  mi
apartamento me cortó la cara en cuanto salí del portal. Como si se pudiera leer en
mi  cara  que  acababa  de  tener  una  sesión  de  sexo  delicioso,  una  vecina  que
entraba en ese momento me miró y sonrió para si misma, saludándome con un
tono entre pícaro y recriminador.

Me pregunté hasta qué punto consideraría esa mujer en la mitad de la cincuentona
pero  con  un  obvio  atractivo  aceptar  en  su  cama  a  un  hombre  como  yo,  un
auténtico  calavera,  devorador  sin  conmiseración  de  numerosas  mujeres  que
raramente volvían a mi lecho, como si compitiera contra mí mismo para alcanzar el
mayor número posible y penalizase repetir.
Orgulloso y envalentonado por mi aparente aspecto de triunfador sexual, mantuve
la  mirada  de  la  dependienta  de  la  panadería,  mientras  recogía  el  pedido  y  le
entregaba  el  dinero,  ella  se  sonrojó  y  una  amplia  sonrisa  se  dibujó  en  su  cara
redonda. Sonreí abiertamente y le deseé un buen día.

Empezaba una fina lluvia y aceleré el paso, cruzando la avenida casi a la carrera a
la vez que sorteaba el tráfico y de un salto, evité un charco y una vez a salvo en la
acera, marqué el código del portal y entré, ya guarecido de la lluvia que arreciaba.

De  nuevo  en  mi  apartamento  un  delicioso  olor  a  café  me  guió  hasta  el  salón,
equipado con una de esas modernas cocina-office que no era más que una escusa
para ahorrar tabiques y m2.

Miré  complacido  que  Inés  no  se  había  vestido  y    se  arropaba  con  uno  de  mis
albornoces (el más mullido) que había encontrado en el armario. Me incliné sobre
ella, de nuevo su delicioso olor me inundó, la besé en su mejilla, besé sus labios,
mi mano se deslizó sin resistencia entre la ropa y su pecho y dejamos enfriar el
café  mientras  volvíamos  a  la  cama  deshecha  y  desnudos  ambos  de  nuevo,  nos
entrelazamos  en  un  abrazo  alternando  besos,  caricias.  Inés  mordió  mi  labio,  la
reprendí y la tendí sobre su espalda, besé su ombligo y deslicé mi rostro hacia su
sexo.

Me  miraba  expectante  y  besé  su  pubis,  despacio  y  repetidamente,  mientras  mis
dedos   acariciaban   en   contorno   de   sus   labios   vaginales.   Se   abrió   casi
instantáneamente  y  me  rogó  que  entrara  en  ella.  Antes  de  eso,  quise  rozar  la
punta  de  mi  lengua  por  su  clítoris  y  se  crispó  como  si  hubiera  recibido  una
descarga eléctrica.

Ahora  su  mirada  me  urgía  y  la  complací.  Lentamente,  pero  hasta  que  nuestros
muslos  se  juntaron,  ejecutando  un  acoplamiento  digno  de  la  estación  espacial
internacional. Un rugido bajo me indicó que había llegado adonde quería ir, así que
reculé  y  embestí  de  nuevo,  otro  sonido  gutural  me  apremiaba  a  seguir
aumentando el ritmo.

Nuestros cuerpos se movían acompasadamente, como una biela en un motor de
dos tiempos. Inés aceleró y se dejó ir, por mi parte la abracé y me derramé en su
interior, apoyando mi pecho sobre el suyo, sintiendo cómo temblaba su cuerpo y
su rostro mostraba un momento extremo de placer, “la petite mort” como llaman
los franceses al clímax sexual.

Me quedé mirando al techo mientras recobraba el aliento, Inés apoyó su barbilla
en  mi  pecho  y  me  miró,  interrogándome,  sin  decirme  nada.  Leí  en  sus  ojos  su
inquietud  “voy  a  ser  una  más,  ¿no  es  así?”  cerré  los  ojos  y  un  sentimiento  de
debilidad y desesperación me inundó. Me abatía entre dudas más fuertes que mis
convicciones de hombre sin compromisos. Me incorporé, sujeté su cabecita entre
mis manos y deposité un beso sobre sus labios. No contestar fue una cobardía por
mi parte, pero soy un cabrón con pintas, y ejerzo de ello.

Florián
Noviembre 2011

13 nov 2011

Esa enorme casa


La casa era enorme, con un montón de pasillos, accesos y habitaciones y era fácil
perderse. Sujetaba mi tercer gin tonic y todo el mundo parecía estar ligeramente
achispado. Las miradas tanto por parte de las mujeres como de los hombres, eran
algo  impertinentes,  pues  había  mucho  descaro  y  siendo  nochevieja,  estábamos
vestidos con nuestras mejores galas, era exigencia del anfitrión.

Hacía  un  rato  que  había  perdido  de  vista  a  las  únicas  dos  personas  a  las  que
conocía y los corrillos de conversación se habían ido deshaciendo, muchos habían
dejado la casa para marchar a locales de fiesta, los menos, se habían marchado a
casa. Siempre se dice que se quedan los mejores, en mi caso, los que no teníamos
otro sitio a donde ir.

Me  fijé  en  una  mujer  vestida  de  negro  con  un  vestido  largo  y  ceñido  que  me
mostraba un magnífico y enorme trasero, pues estaba volcada sobre una mesita
escribiendo  en  un  papelito.  Se  volvió  y  se  lo  entregó  a  un  tipo  con  la  pajarita
deshecha,  con  un  tupé  despeinado  y  que  se  tambaleaba  en  exceso.  Con  una
sonrisa algo forzada se despidió de él y me miró.

Yo sonreí y asentí, comprendiendo su llamada de ayuda. Le guié el ojo según me
acercaba  y  mientras  su  acompañante  miraba  sin  comprender,  la  sujeté  por  el
brazo y me llevé entre muestras de adulación del tipo “cuánto tiempo sin verte…”

Gracias, me dijo. Le contesté que mi ocupación principal era salvar damas de las
garras de pesados bebidos. Rió mi gracia y nos presentamos formalmente. Llevaba
un peinado elaboradísimo sujeto por una diadema discreta. Sus labios relucían con
un  rojo  pasión,  los  ojos  negros  resaltaban  en  un  maquillaje  profesional  y  algo
excesivo.

Me miraba y sonreía de una manera que me tenía algo cohibido, pero poniendo su
mano sobre mi brazo y hablando quedamente, me invitó a otra copa. Fuimos hasta
el servicio de barra magníficamente surtido. Ella tomó un dedo de bourbon on the
rocks. Mientras hacía tintinear el hielo en su vaso, acercó su cara a mi cuello y me
susurró “me gustas”

La  verdad  es  que  yo  tenía  la  mirada  fija  en  el  escote  de  su  vestido  donde  se
asomaban  unos  grandes  pechos  que  al  momento  acercó  a  mi  torso  y  pude
comprobar su verdadera dimensión, mayor que el mero efecto visual.

“Vente conmigo” me dijo, y tomando mi mano, salió disparada del salón donde nos
encontrábamos, desde luego, conocía la casa, salimos a un extremo del jardín y
por una puerta de servicio, a la cocina y de ahí a una escalera estrecha. Ya en el
primer piso, avanzamos por un pasillo y abrió una puerta doble, pintada de blanco.
Cerró tras de mí, y al momento se abalanzó y me besó.

Se separó un momento, se descalzó y exhaló un sonido de alivio al arrojarlos lejos
de nosotros. En ese momento levanté la vista y miré el cuarto. Era un dormitorio
enorme y la cama tenía un ligero dosel de color blanco. Con timidez pregunté si no
era un exceso de confianza con el dueño de la casa. “Soy la dueña”, me contestó.
“¿Eres la mujer de Dani?”, pregunté. Sonrió y asintió, mientras se daba la vuelta y me pedía que le bajara la cremallera. Así lo hice. Un cuerpo entrado en carnes,
algo rollizo se ofreció ante mis ojos. Aún con la ropa interior negra puesta, empezó
a desnudarme, arrojando mi carísimo traje al suelo haciendo un guiñapo con él.

En  cuanto  me  dejó  totalmente  desnudo,  se  arrodilló  y  con  cierta  ansiedad,  se
metió mi polla en su boca. Le tuve que pedir que fuera más cuidadosa, ahora, más
calmada, sí que disfruté esa mamada. Lo hacía verdaderamente con maestría y le
indiqué  que  estaba  a  punto.  Me  miró  y  continuó  con  más  ímpetu,  por  lo  que
entendí  que  deseaba  que  me  corriera  en  su  boca.  Al  momento  me  vacié  y  ella,
glotona, no derramó ni una gota.

“Un buen comienzo”, pensé y enseguida, mientras se desprendía de sus bragas y
el  sujetador  de  encaje,  nos  dejamos  caer  encima  de  la  cama.  Le  pedí  que  se
pusiera a cuatro patas. Ante la vista de ese trasero increíble, me abrí paso y lamí
su culo al tiempo que mis dedos exploraban su coño chorreante.

En su espacioso hueco había sido capaz de introducir cuatro dedos y parte de la
palma de mi mano. Estaban empapados. Saqué la mano poco a poco y mientras
temblaba de placer, introduje dos dedos en su clavel fruncido, que enseguida se
convirtieron  en  tres.  Noté  cómo  mi  erección  era  ya  plena,  alineé  y  ejecuté  un
movimiento rápido insertando mi poya en su dilatado trasero. Lanzó un rugido, un
insulto y me apremió a cabalgar. Sin piedad, castigaba una y otra vez el pequeño
agujero.  Me  rogaba  que  me  corriera  en  su  culo,  pero  no  iba  a  ser  tan
misericordioso. La saqué, me miraba con ojos lastimeros, tumbada ahora sobre su
espalda, mostraba un coño sonrosado y palpitante.

La  penetré  a  un  ritmo  rápido  y  al  momento  estábamos  los  dos  acoplados
moviéndonos a un ritmo frenético. Ya estábamos gimiendo y nuestros cuerpos se
perlaban  de  sudor  cuando  apretó  sus  piernas  alrededor  de  mi  cadera  y  dí  dos
fuertes golpes de riñón, ahora sí, vaciándome dentro de ella. Los aullidos serían
claramente audibles desde el piso de abajo, pero no prestamos atención.

Inmediatamente saqué mi polla y la puse frente a su boca. Ella, obedientemente
lamió, limpió, degustó, paseando su lengua por mi escroto y lamiendo incluso mi
ano, quiso demostrar su sometimiento ante mí.

“Basta” dije secamente, hizo un amago de puchero infantil y se sentó en la cama,
expectante  por  complacer  mis  deseos.  Con  una  media  sonrisa,  le  expresé  mi
agradecimiento. No dejó que me pusiera la ropa y como un ayuda de cámara hacia
un Príncipe, insistió en bañarme, secarme, vestirme, calzarme.

Bajó la mirada al suelo mientras le hablaba con un tono amable y quedo. “Ya sé
dónde vives, volveré”

Florián


Noviembre 2011

11 nov 2011

LAS FANTASIAS DE JULIA





Julia es una mujer de 47 años de buena presencia y
una vida como cualquier mujer de su edad cuidando de
su casa, de su hija, su marido… , aunque últimamente se
sentía  bastante  sola,  su  hija  se  había  emancipado  y  su
marido   se   pasaba   el   día   trabajando,   la   ternura
escaseaba  en  casa  y  el  sexo  era  cada  vez  menos
satisfactorio.  Su  imaginación  volaba  hacia  fantasías  que
llenaban  sus  momentos  de  deseo  y  que  la  llevaban  a
imaginarse en situaciones muy excitantes que acababan
casi  siempre  en  una  masturbación  y  un  orgasmo  que  le
hacían sentirse viva.
Lo  curioso  del  caso  es  que  este  tipo  de  situaciones
siempre  eran  con  otra  mujer,  a  veces  con  una  amiga  a
veces  una  conocida  pero  siempre  gente  real.  Un  día  se
decidió  a  comprarse  un  vibrador,  pasó  por  la  tienda  de
ANN SUMMERS, que había oido que además de lencería
tenían este tipo de artículos. Una vez allí pudo leer en un
cartel que hacían reuniones en casas donde se vendían
estos  artículos  y  las  mujeres  hablaban  con  libertad  de
todo tipo de temas relacionados con el sexo. Pensó bien
asistir a una de esas reuniones y tomó nota del teléfono.
Una vez en la reunión se presentaron. Eran 7 mujeres con
edades  entre  27  y  50  años  más  la  promotora,  Ana  una
chica  encantadora  de  unos  35  años,  la  anfitriona  sirvió
unas   copas   y   se   abrió   la   famosa   MALETA   ROJA,
empezaron  a  oirse  exclamaciones  de  todo  tipo  sobre  el
tamaño, las formas los colores etc.. Ana empezó a hablar
sobre fantasías sexuales, con la soltura que da el alcohol
se empezaron a desatar las lenguas, las risas los sofocos.
Unas  hablaban  de  miembros  enormes,  otras  de  varios
hombres,  otras  de  ascensores.  Cuando  llegó  el  turno  de
nuestra  Julia  les  habló  de  la  fantasía  recurrente  de  tener
sexo con una mujer, notó algunas miradas algún susurro y
la cosa quedó ahí, cuando hubo acabado la reunión y se iban despidiendo, Ana la llevó a parte y le comentó que
lo que le ocurría era una cosa muy normal sobre todo en
las  mujeres  de  su  edad,  que  ella  tenía  algo  de  literatura
sobre   el   tema   que   quizas   le   interesase,   entonces
quedaron para otro día en una cafetería donde le dejaría
algún libro y podrían hablar mas tranquilas. Llegó el día las
5 de la tarde, una tarde de primavera clara y cálida, Julia
llevaba  un  vestido  de  lino  azul  marino  con  botones,  Ana
una  camisa  blanca  semitransparente  y  una  falda  negra
ajustada,  todo  ello  aderezado  con  unos  taconazos  de
vértigo  que  le  hacían  un  cuerpo  espectacular.  Ana  le
comentó que con las prisas se había olvidado el libro en
casa,  pero  que  vivía  allí  cerca.  Julia  empezó  a  darse
cuenta de por donde iba la jugada, pero le excitó la idea
y se decidió  seguirle el juego. Cuando llegaron a casa de
Ana esta le dijo, - Ponte cómoda, voy a buscar el libro…
A los 5 minutos Ana apareció con un picardías cortito
negro   transparente,   que   dejaba   ver   unos   pechos
redondos y firmes y un tanga negro y plateado, se acercó
a Julia y la besó apasionadamente en los labios, Julia se
dejó llevar, notando lo que tantas veces había imaginado
( como los pechos de otra mujer se apretaban contra los
suyos),  Ana  siguió  besándole  por  el  cuello,  Julia  notó
como se le erizaba la piel, a la vez que se le endurecían
los   pezones   su   sexo   se   iba   humedeciendo.   Ana
desabrochaba  el  vestido  mientras  su  boca  iba  bajando
por su escote, dejó caer el vestido al suelo quedando las
dos frente a frente. Julio le pidió permiso para ir al cuarto
de baño, Ana la siguió sin dejar de besarla y acariciarla,
cuando Julia se sentó en el vide Ana se colocó detrás de
ella  notó  como  sus  pechos  se  clavaban  en  su  espalda,
Ana puso un poco de gel en su mano derecha y empezó
a  frotar  con  suavidad  el  sexo  de  Julia  mientras  dirigía  el
chorro  de  agua  hacia  su  clítoris  con  la  mano    izquierda
apretaba  su  pecho  mientras  la  derecha  se  movía  cada
vez  más  rápido,  Julia  estaba  llegando  al  éxtasis  cuando notó  como  los  dedos  de  Ana  penetraban  en  su  vagina
apretando   un   poco   y   moviéndolos   arriba   y   abajo
llevándola a un orgasmo explosivo y rabioso como hacía
tiempo  que  no  había  sentido.  Pasaron  a  la  habitación
comiéndose  a  besos  Ana  se  tendió  sobre  la  cama
dirigiendo la cabeza de Julia hacia su sexo húmedo, esta
empezó  a  morder  a  lamer  a  saborear  el  sexo  de  Ana
mientras esta se retorcía de placer. Empezó a subir hacia
sus  pechos  hasta  que  quedaron  unos  contra  los  otros
notando los pezones duros, Ana metió la rodilla  entre sus
muslos y Julia empezó a frotarse sobre ella. Ana alargó la
mano  bajo  la  cama  y  sacó  una  caja  que  contenía  un
montón  de  juguetes  eróticos  sacó  de  ella  un  objeto  y  le
dijo:  -  ahora  vas  a  probar  el  BABY  PINK,  la  puso  boca  a
bajo y ató sus manos con unas suaves medias al cabezal
de la cama, cogió un bote de aceite y empezó a ponerle
por  la  espalda,  bajando  poco  a  poco  hasta  su  cintura,
luego por las piernas para luego subir por el interior de sus
muslos, volvió a poner aceite en sus manos y masajeó su
vagina  subiendo  poco  a  poco  hasta  su  ano,  notó  una
suave  presión,  estaba  introduciendo  ese  aparato  por  su
ano,  pero  lo  hacia  muy  suavemente  a  la  vez  que
masajeaba  su  clítoris,  era  una  sensación  entre  dolor  y
placer  que  no  le  resultaba  desagradable  si  no  todo  lo
contrario,  la  presión  aumentó  hasta  que  todo  el  aparato
se introdujo en su ano, quedando solo el tope final fuera.
Ana  tiró  de  su  pelvis  hacia  arriba  hasta  que  quedó  de
rodillas sobre la cama, sus pezones endurecidos rozaban
la sabana haciendo que se erizaran cada vez más con el
movimiento,  una  vez  en  esa  posición  cogió  un  pene  de
silicona de un tamaño medio y lo introdujo por su vagina,
la sensación de notar esos dos aparatos en su interior fue
brutal.  Ana  comenzó  a  moverlos  con  maestría  y  Julia
creyó enloquecer de placer, sus gemidos eran cada vez
más fuertes mientras Ana con sus movimientos cada vez
más rápido, cuando llegó al orgasmo tubo que morder la almohada para no gritar de placer. Después quedaron las
dos exhaustas sobre la cama, Julia pensó que aquello no
podía quedar así, Ana se merecía su orgasmo y a ella le
apetecía  demostrarle  de  lo  que  era  capaz,  cogió  un
antifaz  de  la  caja  y  lo  puso  sobre  sus  ojos,  cogió  las
medias  y  la  ató  con  suavidad  pero  con  firmeza  al
cabezal,  sus  pechos  quedaron  erectos  con  los  pezones
apuntando  al  techo,  tenía  unos  pechos  preciosos,  los
besó con delicadeza, le dio unos pequeños mordiscos en
los  pezones  que  estaban  duros  como  piedras,  Ana  soltó
un  gran  suspiro.  Buscó  en  la  caja  y  encontró  algo  que
atrajo su curiosidad una especie de guante en el que solo
entraban  los  dedos  centrales  en  una  especie  de  pene
pequeñito  y  en  la  palma  de  la  mano  un  vibrador.  Se  lo
puso,  lo  lubricó  bien  y  empezó  a  penetrarla,  cuando  la
palma de su mano llegaba al clítoris de Ana, esta daba
un respingo en la cama y soltaba un gemido de placer,
poco  a  poco  fue  acelerando  los  movimientos,  cuando
apretaba  la  mano  contra  su  clítoris  a  la  vez  presionaba
con sus dedos el interior de su vagina intentando buscar
su punto G, Ana se retorcía de placer hasta que no pudo
más y estalló en un orgasmo impresionante, mojando las
sábanas y gritando de placer quedaron las dos tendidas
boca arriba en la cama , Julia miró su reloj, las 9, habían
pasado  4  horas  intensas  de  placer.  A  Julia  le  hubiese
gustado  pasar  la  noche  con  Ana  pero  debía  volver  a  la
realidad de su hogar triste y aburrido, a la monotonía de
su  relación.  Pero  esto  fue  solo  el  principio,  Julia  había
cambiado… .


Mikimoto69

7 nov 2011

EN EL RESTAURANTE



Últimamente,  el  sexo  estaba  resultando  algo  monótono.  Yo  quiero
mucho  a  mi  mujer  pero  notaba  que  empezaba  a  no  desearla  como  antes.
Decidí hablarlo con ella para intentar buscar una solución, yo le comenté
que tenía una fantasía que consistía en ver como se masturbaba en un lugar
público  delante  de  mí  y  a  escondidas  de  la  gente  y  decidimos  ver  si  en
algún momento se presentaba la ocasión. Un sábado por la noche salimos a
cenar  y  en  el  restaurante  nos  colocaron  en  una  mesa  algo  escondida.
Cuando empezamos a cenar le dije que se fuera al WC se quitara las bragas
y me las diera al volver. Después del primer plato se fue al WC y tal como
le  mandé  a  la  vuelta  me  entregó  las  bragas,  nada  más  cogerlas  noté  que
estaban bastante húmedas, se lo comenté y me dijo que se estaba poniendo
bastante cachonda, acabamos el segundo plato y durante el postre le mandé
que empezara a masturbarse, se metió los dedos en la boca y bajo su mano
hasta  meterla  por  debajo  de  su  falda  cuando  se  rozó  el  clítoris  dio  un
respingo  que  se  movió  hasta  la  mesa,  se  llevó  un  buen  susto  cuando
apareció  el  camarero  con  los  cafés  y  las  copas,  después  de  ese  corte
continuó con su labor sin que yo se lo pidiera, estaba tan caliente que ya no
podía parar. En ese momento yo me percaté que había una pareja un par de
mesas más allá que no se estaba perdiendo detalle, era una pareja de unos
50  años,  ella  bastante  bien  conservada.  Se  lo  comenté  a  mi  mujer  pero
estaba    tan    cachonda    que    me    dijo    "QUE    DISFRUTEN    DEL
ESPECTÁCULO QUE YO AHORA NO PARO POR NADA", y no paró
hasta alcanzar el orgasmo que yo creo que se oyó en todo el restaurante, y
digo creo porque yo también estaba tan cachondo que no veía más allá de
mi mujer. Cuando acabó la fiesta me fui al WC a mojarme la nuca, cual fue
mi sorpresa al salir y encontrarme a la mujer de la mesa de al lado, toda
sonriente me alargó la mano y me dio sus bragas diciéndome:
-  mirar  como  me  habéis  puesto  cabrones.  Os  apetece  tomar  una  copa  en
algún sitio?
Me fui a mi mesa y le enseñé las bragas a mi mujer, le dije que se habían
percatado desde el principio y lo que me había propuesto, al principio se
mostró un poco reticente pero al final decidimos salir con ellos. Bueno para
no alargarme, al final de la noche acabamos en su casa, mi mujer la otra y
yo follando como locos y el marido disfrutando de voiyeur.


Mikimoto69